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*Abuela*

Nai • 2 de abril de 2020

Vuela alto, Abuela

Abuela, no sé si sabes que mi padre, tu yerno, te llama la Faraona. Ya es hora de que lo sepas. Es porque nunca fuiste una dulce y discreta abuelita, como esas de los cuentos que se pasa el día sonriendo y horneando bizcochos. Has sido una mujer dura como una roca. Una mujer sin pelos en la lengua, que no se ha callado ni por ser mujer, ni por peinar canas. Has querido a tu familia por encima de todo en este mundo. Pero también te has quejado cuando algo te ha parecido injusto. Y has dicho tacos. Y has pedido lo que sabías tuyo. Y has luchado con uñas y dientes para tirar hacia adelante. Te has impuesto y los has tenido muy bien puestos, Abuela. Nunca te podré transmitir todo el orgullo que me haces sentir. 

Naciste en 1920. Perdiste a tus padres siendo una niña. Viviste una guerra que no te dejó despedirte de tu primer novio. Pero un tiempo después conociste a un chico, cuyo nombre te pareció tan peculiar que lo escribiste en una baldosa de la cocina. ¡Quién te iba a decir que sería el amor de tu vida! ¡El padre de tus tres hijas! ♥️ Aunque se fue hace más de 30 años, creo que nunca he estado contigo sin que le mencionaras en recuerdos llenos de cariño. También perdiste una hija. No imagino dolor más brutal ni más profundo. Pero te levantaste una vez más para seguir adelante. Eres una de esas personas que no admite un NO por respuesta. Siempre has buscado una manera de conseguir lo que creías justo. Y siempre te ha importado poco la opinión de los demás. ¿Cuántas mujeres de tu generación pueden decir eso?

Abuela, los últimos que celebramos todos juntos fueron tus 95 años. Y si no fuera por este virus, hubiéramos celebrado los 100 en noviembre. Abuela, los 100 te los convalida la vida por todo lo que has luchado, hasta el último momento. No dudes que vamos a darte una despedida como mereces. Allá donde estés. Seguro que te has reunido con Aitona y Taho y os estáis dando todos los abrazos y los besos que os debíais de tantos años separados.

Hemos estado cerca de perderte varias veces. Pero nunca de una forma tan cruel como esta. Hemos tenido suerte. La tía, por su trabajo, ha podido estar ahí y cogerte la mano, aunque sea con las suyas enfundadas en guantes. Ha estado contigo, con tantas protecciones, que quizá pensaras en tus últimos días que era un ángel y ya estabas en otra dimensión. Te ha podido coger la mano en nombre de todas las personas que te queremos. Y eso nos ha dado consuelo a todos en la distancia. No quiero ni pensar en todas esas personas que han recibido la terrible noticia de la enfermedad de un familiar y de su fallecimiento con una llamada de teléfono y nadie ha podido despedirse. Muertes sin duelo. Sin despedida. Es mucho más de lo que se puede soportar. No puedo imaginarlo. 

Abuela, siempre te voy a recordar con tus gafas ahumadas puestas delante de unos ojos a los que les encantaba leer, aunque hace tiempo que no eran capaces de hacerlo; tu pelo cuidado en pequeñas ondas rubias, luego blancas casi azuladas, que dormían siempre abrazadas a unos diminutos rulos bajo una malla; tus manos con las uñas pintadas de colores pastel, y tu piel blanca y suave. Pero sobre todo te recordaré estando orgullosa de todos tus logros. De haber conseguido que pusieran una escalera mecánica en una cuesta de tu barrio en medio de la calle, porque las personas mayores no podíais subir. De todos esos premios de Poesía que has ganado por tu sensibilidad maravillosa al usar las palabras. De haber tenido la claro que tus hijas necesitaban estudiar y ese era el mejor regalo que podías darles. Incluso ya en la residencia donde has pasado los últimos años, pediste que pusieran otro teléfono para que los abuelos como tú no tuvieran que cambiar de planta para poder hablar con sus seres queridos. Brava, abuela. 

Si allá donde has ido hay algo que se pueda mejorar, sabemos que ya habrás conseguido todos los permisos de las altas instancias para hacerlo un lugar mejor para cuando nos reunamos contigo. Vuela alto, Abuela. Te queremos. Siempre. ♥️
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