Cuando Torpedín era un bebé rechonchete de pocos meses que pedía teta a todas horas,
nunca pensamos que la hora de la comida fuese a convertirse en un problema. Dábamos por sentado que siempre iba a comer así de bien. Al comenzar a los 6 meses con la alimentación complementaria, nos dimos cuenta de que no era un gran fan de los sabores y las texturas de los purés ni de los alimentos sólidos.
Iba comiendo, pero siempre menos de lo que "se supone" que tenía que comer según las recomendaciones del pediatra. Siempre nos quedábamos con la sensación de que, a parte de la leche materna, no comía lo suficiente.
No es que en nuestra casa seamos súper estrictos con nuestra alimentación, pero comemos saludable, equilibrado, y casero prácticamente todos los días.
No nos da reparo comer un día unas patatas fritas o un helado, pero no es nuestra rutina diaria. Tenemos claro lo que son alimentos saludables y una dieta equilibrada, y pretendíamos que nuestros hijos comiesen de forma saludable desde el primer día.
Lo que no nos habían contado es qué pasa cuando tus hijos se niegan a comer.
El pediatra te da una lista de alimentos que tienes que ir introduciendo en la dieta de tu hijx. Al principio, aunque solo sea por curiosidad, los bebés lo prueban todo.
Luego, poco a poco hay bebés que dejan de comer con esa facilidad,
o incluso rechazan muchos alimentos. Entonces los padres nos asustamos pensando que debería haberse comido 200 gramos de puré y no se ha comido ni 50... Y ahí empieza un círculo vicioso de errores que no harán más que empeorar la situación.
Te sientes mal porque sientes
(y todo el mundo te hace notar) que tu hijo no come bien. Que no come lo suficiente. Cada vez que algún familiar hace mención a "con lo bien que comía de más pequeño"
o "¿y solo va a comer esto?"
te preocupas un poco más. Entonces, empiezas paulatinamente a entrar en el "mientras coma algo, casi que me da igual lo que sea". No es que un día tomes la decisión consciente de que te da igual lo que coma. Es un vasito que poco a poco se va llenando. Es la desesperación de tener expectativas irreales sobre la alimentación de los niños, poco asesoramiento por parte de su pediatra y poco apoyo por parte de tu entorno. Todo empieza así:
Un día le das unos gusanitos (total, son maíz...
entre otras cosas como demasiada sal), otro día ves que come bien unas patatas fritas, un yogur azucarado de sabores, unas galletas, unas magdalenas industriales, tomate frito de bote, salchichas, embutido... Y ahí empiezas, sin saberlo, a echar fuego a la llama del problema.
En casa empieza a haber siempre comida poco saludable, porque son cosas que le gustan al peque. Por ejemplo, una mañana no quiere desayunar pan, y como vais tarde a la guarde y al trabajo y no quieres que salga de casa con el estómago vacío,
le das unas galletas. Las galletas, con todo su azúcar, harinas refinadas y grasas poco saludables,
son una bomba calórica en el pequeño estómago de un niño de 2 años. Si por la mañana come un par de galletas y un yogur con azúcar a media mañana,
a la hora de comer probará un plato de puré de verduras y le pasarán tres cosas:
- 1. Aún ni tendrá hambre.
- 2. Le parecerá que eso que le estás dando no sabe a nada (comparado con las comidas que ya ha probado hasta arriba de potenciadores del sabor, sal o azúcar).
- 3. Preferirá esperar porque sabe que en un rato vienen cosas más apetecibles (en la merienda).
Total, que no comerá. Te agobiarás porque no ha comido, vendrá la merienda, le darás unas magdalenas o un bollito con trozos de chocolate, y pasará lo mismo con la cena.
En el peor de los casos, al no querer cenar, encima se despertará por la noche con hambre,
y te verás, en tu desesperación, dándole patatas o una galleta a las 3:00 am. A la mañana siguiente, si no quiere pan, le volverás a dar una galleta, porque "se las come fenomenal".
Y todo empieza así, poco a poco,
un día unas galletas, otro día unos gusanitos, y al final, te das cuenta de que el peque come muy poca comida de verdad. En nuestro caso, t
ranscurrió un año en cuesta abajo, del año y medio de Torpedín a los 2 años y medio, hasta que dijimos: "esto no puede seguir así". Para mí el antes y el después fue
visualizar en una entrevista al nutricionista Julio Basulto
que os dejo aquí. Fue uno de esos momentos en los que sientes una revelación y, lo mejor de todo, tienes la clave para empezar a cambiarlo todo.