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¿Qué hacer si tu hijo come mal?

Nai • 20 de febrero de 2020

6 consejos básicos para mejorar la alimentación de los más pequeños de la casa

Cuando Torpedín era un bebé rechonchete de pocos meses que pedía teta a todas horas, nunca pensamos que la hora de la comida fuese a convertirse en un problema. Dábamos por sentado que siempre iba a comer así de bien. Al comenzar a los 6 meses con la alimentación complementaria, nos dimos cuenta de que no era un gran fan de los sabores y las texturas de los purés ni de los alimentos sólidos. Iba comiendo, pero siempre menos de lo que "se supone" que tenía que comer según las recomendaciones del pediatra. Siempre nos quedábamos con la sensación de que, a parte de la leche materna, no comía lo suficiente.

No es que en nuestra casa seamos súper estrictos con nuestra alimentación, pero comemos saludable, equilibrado, y casero prácticamente todos los días. No nos da reparo comer un día unas patatas fritas o un helado, pero no es nuestra rutina diaria. Tenemos claro lo que son alimentos saludables y una dieta equilibrada, y pretendíamos que nuestros hijos comiesen de forma saludable desde el primer día. Lo que no nos habían contado es qué pasa cuando tus hijos se niegan a comer. El pediatra te da una lista de alimentos que tienes que ir introduciendo en la dieta de tu hijx. Al principio, aunque solo sea por curiosidad, los bebés lo prueban todo. Luego, poco a poco hay bebés que dejan de comer con esa facilidad, o incluso rechazan muchos alimentos. Entonces los padres nos asustamos pensando que debería haberse comido 200 gramos de puré y no se ha comido ni 50... Y ahí empieza un círculo vicioso de errores que no harán más que empeorar la situación.

Te sientes mal porque sientes (y todo el mundo te hace notar) que tu hijo no come bien. Que no come lo suficiente. Cada vez que algún familiar hace mención a "con lo bien que comía de más pequeño" o "¿y solo va a comer esto?" te preocupas un poco más. Entonces, empiezas paulatinamente a entrar en el "mientras coma algo, casi que me da igual lo que sea". No es que un día tomes la decisión consciente de que te da igual lo que coma. Es un vasito que poco a poco se va llenando. Es la desesperación de tener expectativas irreales sobre la alimentación de los niños, poco asesoramiento por parte de su pediatra y poco apoyo por parte de tu entorno. Todo empieza así:

Un día le das unos gusanitos (total, son maíz... entre otras cosas como demasiada sal), otro día ves que come bien unas patatas fritas, un yogur azucarado de sabores, unas galletas, unas magdalenas industriales, tomate frito de bote, salchichas, embutido... Y ahí empiezas, sin saberlo, a echar fuego a la llama del problema. En casa empieza a haber siempre comida poco saludable, porque son cosas que le gustan al peque. Por ejemplo, una mañana no quiere desayunar pan, y como vais tarde a la guarde y al trabajo y no quieres que salga de casa con el estómago vacío, le das unas galletas. Las galletas, con todo su azúcar, harinas refinadas y grasas poco saludables, son una bomba calórica en el pequeño estómago de un niño de 2 años. Si por la mañana come un par de galletas y un yogur con azúcar a media mañana, a la hora de comer probará un plato de puré de verduras y le pasarán tres cosas:
  • 1. Aún ni tendrá hambre.
  • 2. Le parecerá que eso que le estás dando no sabe a nada (comparado con las comidas que ya ha probado hasta arriba de potenciadores del sabor, sal o azúcar).
  • 3. Preferirá esperar porque sabe que en un rato vienen cosas más apetecibles (en la merienda).
Total, que no comerá. Te agobiarás porque no ha comido, vendrá la merienda, le darás unas magdalenas o un bollito con trozos de chocolate, y pasará lo mismo con la cena. En el peor de los casos, al no querer cenar, encima se despertará por la noche con hambre, y te verás, en tu desesperación, dándole patatas o una galleta a las 3:00 am. A la mañana siguiente, si no quiere pan, le volverás a dar una galleta, porque "se las come fenomenal". 

Y todo empieza así, poco a poco, un día unas galletas, otro día unos gusanitos, y al final, te das cuenta de que el peque come muy poca comida de verdad. En nuestro caso, transcurrió un año en cuesta abajo, del año y medio de Torpedín a los 2 años y medio, hasta que dijimos: "esto no puede seguir así".  Para mí el antes y el después fue visualizar en una entrevista al nutricionista Julio Basulto que os dejo aquí. Fue uno de esos momentos en los que sientes una revelación y, lo mejor de todo, tienes la clave para empezar a cambiarlo todo.
¿Qué hicimos cuando nos dimos cuenta? Cinco cosas muy sencillas. Bueno, seis:
  • 1. Tirar toda la comida poco saludable que teníamos en casa. Fuera las bolsas de patatas fritas para tomar con hummus. Nada de gusanitos ni de galletas. Adiós a las salchichas y al tomate frito. El armario que teníamos dedicado a los snacks, se llenó de frutos secos, legumbres y cereales. El día que pidió "patatitas con hummus", le dijimos que no había, y le dimos hummus con picos integrales. Nos hizo chequear con él que no quedaban patatas, y se comió el hummus con picos. Si no hay comida poco saludable en casa, no la comeréis. 
  • 2. Educa con el ejemplo. Tu peque no va a comer fruta, legumbres o ensalada si no te ve comerla a ti. Así que asegúrate de qué ejemplo estás dando con la forma en la que tú te alimentas. Lxs niñxs aprenden mucho más de lo que nos ven hacer a sus padres que de lo que les decimos que deberían que hacer.
  • 3. Intenta comer con tus hijxs siempre que puedas. Siempre tendrán curiosidad por lo que tú tienes en el plato. Un día, lo probarán. Les guste o no, dales tiempo. Además, así aprenderán a comportarse en la mesa, verán cómo utilizas los cubiertos, y tendréis un momento familiar todos los días en el que compartir lo que ha pasado durante la jornada (cuando sea suficientemente mayor para contarlo, claro).
  • 4. Déjales probar diferentes alimentos. Si no como plato principal, como acompañamiento. Recuerda que un alimento tiene que pasar unas 10 o 12 veces por la faringe de un niño para que el cerebro reconozca el sabor. Puede ser que nos diga 10 veces que no le gustan los garbanzos, y de repente un día se coma un plato y medio y a partir de ahí le encanten. 
  • 5. Recuerda: en un entorno donde hay comida en abundancia, los niños no pasan hambre. Cuando tenga hambre, comerá. Puede ser menos cantidad de lo que tú esperas, pero será lo suficiente para él o ella. Las necesidades nutricionales de los peques varían mucho de unos casos a otros. 
  • 6. Lo más importante: paciencia, y no le obligues a comer. Los cambios en los niñxs no se producen de la noche a la mañana. Dale y date tiempo para cambiar de hábitos. Aun así, verás pequeños cambios bien pronto. Te lo aseguro. Pero nunca le obligues a comer, ni le prohíbas alimentos. Las prohibiciones no son buenas. Si un día tiene un cumple, o va a casa de los abuelos y come galletas o gusanitos, no pasa nada. Lo importante es lo que hace en casa todos los días, no el día excepcional.
Para más información, puedes leer es estupendo libro sobre alimentación infantil "Se me hace bola", de Julio Basulto. Como dicen los americanos... "It's a game changer". 
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