El mundo está dividido en dos grandes grupos: la gente que sabe dirigirse a los niños y hablarles en su idioma, y la gente que trata a los niños como si fuesen adultos bajitos
(cuando no les ignoran directamente).
Ayer tenía cita en el alergólogo con Torpedín. Ya le ha pasado un par de veces tener broncoespasmo sin estar asociado a fiebre, y su pediatra me derivó al alergólogo para ver si el problema está ahí.
Yo tengo alergia a varias plantas, y no es la primera vez que voy al alergólogo. Por eso sabía lo que nos esperaba en la consulta. La prueba de las gotitas y los pinchazos.
Y, cuando una de las sustancias te da reacción, picor en el brazo un buen rato. Para los que no habéis tenido el placer, os explico cómo va. Te hacen unas marcas de boli en el brazo, ponen una gotita de un potencial alergeno en cada marca, y luego pinchan con un mini punzón para que la sustancia penetre. Te dejan un cuarto de hora con el brazo así, y luego miran si alguno de los alergenos ha dado reacción.
Torpedín iba nervioso. Cuando me pregunta si vamos al Doctor Jesús (su médico de siempre) y le digo que no, suele ser o porque toca vacuna (mal) o porque vamos a urgencias (mal también porque significa que está muy pocho). Cuando me preguntó si le iban a pinchar, yo le dije que no le iban a pinchar con una aguja grande, pero intuía una visita complicada. No sabía qué tipo de médico nos iba a tocar; si del grupo que sabe tratar a los niños, o del grupo que no.
Spoiler alert: ¡Hemos tenido suerte!
Como sabéis todos los papás y mamás que estéis leyendo esto, a partir de los 2 años, los niñxs empiezan a asociar las visitas al médico con pinchazos de vacunas, o momentos en los que no se encuentran bien o les duele algo, por lo que es muy importante que los profesionales de la salud que tratan con niños lo hagan con mucho tacto.
De no ser así, las visitas al centro de salud se pueden convertir en un auténtico infierno.
La alergóloga fue muy amable y sonriente desde el principio, y se dirigió a Torpedín además de ir hablando conmigo. Los adultos que no se dirigen al niño en ningún momento, y le tratan como si fuera una planta, provocan malestar y nerviosismo en los niños.
Esta doctora desde el minuto uno le hizo sentir incluido.
- “No te preocupes, que no te voy a hacer daño”- le dijo con una gran sonrisa- “sólo me tienes que decir si quieres que te dibuje una mariposa, un conejo o un pollo”.
- “Mmmm... un pollo”. 🐤
- “¡Ya verás qué bien me sale el pollo!”- añadió.
Cogió un boli, y le dibujó un pollo en la mano.
- “Ahora le vamos a dar de comer al pollo, mira”- le dijo dándole la vuelta al brazo y levantándole el polo- “aquí, aquí, aquí...”- le dijo mientras le hacía marcas con el boli.
Torpedín miraba curioso y no movía ni medio pelo. Pero tampoco me miraba a mí pidiendo auxilio con la mirada, lo que es muy buena señal. Estaba totalmente intrigado con la situación de dar del comer al pollo en su brazo.
- “Este pollo tiene mucha hambre, y le vamos a poner de todas estas comidas”- le dijo mientras le ponía con cuentagotas las gotitas de los distintas sustancias sobre las marcas de boli en el brazo.
- ...
- “Y ahora es cuando el pollito las va a comer con su pico. ¿Alguna vez has dado de comer a un pollito?”
- “No...”
- “Pues te hace así...”- y le fue haciendo los pinchazos en las gotas. Torpedín ni se movió. Estaba como hipnotizado por el pollo.
- “No duele, mami”- me dijo con una mirada aliviada.
Luego tocó esperar un poco en la cafetería y volver al rato. Torpedín le enseñaba orgulloso el pollo de su mano a todo el que quisiera mirarle en la sala de espera.
Como sabréis los que habéis pasado por esta prueba, los pinchazos se notan un poco, pero lo peor es lo que pican los alergenos que te dan reacción y la histamina que ponen en el pinchazo de control. Es importante no rascarse
porque, si te irritas la piel con las uñas, se enrojece toda la zona y es imposible saber qué irritación proviene de la reacción alérgica y cual del rascado. Para entretenerle, le he invitado a unos gusanitos (otra ventaja de quitarlos de su rutina diaria, es que el día que se los das es una auténtica fiesta;
aunque sea en la cafetería de un centro de salud). Se concentró tanto que no se rascó en ningún momento.
En general, pese a mi miedo anticipado, ha sido una experiencia muy positiva.
La doctora Sonia ha entrado al Olimpo de los médicos a los que nos gusta ir a ver.
Ha puesto la puntilla cuando le ha dicho que ha sido el niño que mejor se ha portado y el más guapo que ha visto en todo el día. La mirada de orgullo del peque ha sido para grabarla. Menos mal que hay profesionales así de maravillosos por el mundo que nos hacen la vida más sencilla. Las visitas al médico no tienen porqué ser traumáticas, y a veces lo son sin necesidad. Por eso he titulado este post "¿Miedo al médico? ¡Pues depende del médico!". Si tu hijx tiene miedo al médico, empieza por buscar un pediatra de los que sabe tratar con peques
(hay muchos que son bastante nulos en ese aspecto, aunque sean pediatras). Al final, es el médico que más va a visitar, y hará que su reacción inicial cuando le dices que hay que ir al médico no sea tan mala.
Teniendo ese punto de apoyo, se puede trabajar el resto.
En nuestro caso, menos mal que hemos dado con una doctora así de especial, porque parece que no va a ser la última visita que le hagamos a la estupenda doctora Sonia. ¡Bravo por los profesionales que se lo curran con los enanos y nos hacen a los padres y madres la vida mucho más llevadera!